La literatura y el cine de ciencia ficción han soñado con mundos utópicos -y distópicos- donde prevalece una conciencia colectiva, como si una especie de fractal universal extrapolara el diseño neuronal a una especie de conexión de toda la humanidad.
Esta conciencia colectiva o mente "en colmena" ("hive mind") se inspira en teorías filosóficas (panteísmo), científicas (hipótesis de Gaia) y tecnológicas (el diseño de la propia Internet) para teorizar sobre una hipotética red entre la conciencia de distintas personas cuando los avances tecnológicos hicieran realidad la telepatía.
Interfaces cerebro-máquina: potencial y riesgos
La idea suscita incluso más dudas éticas para las próximas décadas que tecnológicas. ¿Dónde acabaría la libertad individual y empezaría la "colaboración" entre distintas conciencias? ¿Se puede evitar la tentación de personas y entes por controlar "transacciones" entre conciencias o las propias conciencias?
De momento, la propia idea de experimentar con constelaciones de mentes (redes conciencias interconectadas telepáticamente) o incluso una gigantesca mente en colmena que integrara a toda la humanidad, suena poco plausible, incluso en el contexto de la ciencia ficción.
Intermediación informática entre cerebros
No obstante, varios avances harán posible -si la ética y las leyes humanas lo permiten- la telepatía, el intercambio de información entre cerebros, usando interfaces de usuario entre distintas mentes, a través de una intermediación informática a través de una interfaz cerebro-ordenador (BMI o "brain-machine interface").
- investigadores liderados por el neurocientífico Miguel Nicolelis de la universidad de Duke han creado un "enlace" electrónico entre los cerebros de 2 ratas separadas entre sí por miles de kilómetros (consultar estudio en Nature), de tal modo que las señales procedentes del cerebro de una rata ayudaron a la otra a resolver enigmas mentales básicos (la bitácora futurista io9 explica elfuncionamiento de la interfaz "de mente a mente" usada);
- el mismo Miguel Nicolelis publicó en 2011 los detalles de la primera interfaz cerebro-computadora con un enlace bidireccional entre un cerebro y un ente virtual, con la que un chimpancé pudo no sólo controlar un brazo simulado, sino recibir la información sensorial relacionada con el tacto (textura, temperatura, etc.);
- de nuevo el equipo de Nicolelis, logró recientemente que un grupo de ratas detecten luz infrarroja normalmente invisible usando su sentido del tacto, también mediante una interfaz cerebro-computadora.
Potencial y riesgos del "pensamiento humano en red"

"En teoría -prosigue Nicolelis- uno podría imaginar que una combinación de cerebros proporcionaría soluciones que cerebros individuales no pueden lograr por sí mismos".
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